Red Bell.

Esto ocurrió esta noche. Esta misma noche.

Show en Red Bell.
Solo yuppies y gente del lugar.
El show consistía en algo simple. Solo deambula entre la gente con algún disfraz y luego, a la señal del barman, show en el caño. Trabajo fácil, simple y que no debía durar mas de las 2 AM. Día de semana, hay gente que trabaja...
Venía bien. La gente, respetuosa, la dejó trabajar. A ella y a la imaginación, claro esta.
Lady, vestida de inocente vaquera, invitaba tragos y repartía flyers.En absoluto silencio, su única pauta. Sonrisa clavada en el medio de la cara, las pestañas postizas asomando bajo el sombrero cowboy y los pechos,apretadísimos en el medio de su cuerpo.
De repente, la sonrisa se congeló. En el borde de la barra, ÉL. El hombre que más la hizo llorar en su vida. No supo qué hacer. No por su trabajo (él ya estaba al tanto de cómo se ganaba la vida) sino porque hacía casi dos meses que no lo veía y su mundo se derrumbó. Dejó de ser la inocente vaquera para convertirse en la oveja miedosa que arriaba.Escapó tras la barra, alegando que no tenía mas flyers. El no la vio. Ocupado en su cerveza y sus amigos, mostraba los últimos estúpidos pasos vaqueros aprendidos, al son de Motorhead (??).
El barman le hizo la seña. Sacando fuerza de algún ignoto lugar de su alma, salió a la pista. Llegó a la pequeña tarima donde estaba el caño, justo cuando empezó a sonar "Bad to be good", de Thorogood. Por un momento, pudo aislarse del mundo. Sacudió su cuerpo, inventó nuevos pasos (ella nunca fue a una escuela de caño) y hasta invirtió un par de veces. Ventaja que tiene sobre otras bailarinas: ella es actriz. Sabe aislarse del mundo cuando quiere. Cuando terminó el tema, se dispuso a bajar. Una seña del barman la frenó. Debía seguir. Y en ese momento, supo que algo andaba mal. Miró hacia la barra: él la estaba mirando fijo, cierto brillo en los ojos, brillo que ella bien conocía. Y para su desgracia, empezó a sonar "Lost Boys", de The 69 Eyes. Su tema. El que siempre ponían antes de salir, los sábados, cuando ella tenía un trabajo normal y el le prometía que todo iba a salir bien. Cuando ella tenía fe en el amor y no concebía la vida sin él, su ángel, a su lado. Cuando él decía lo que hacía, cuando no la presionaba a la intimidad, cuando ella estaba segura de lo que sentía.
Estaba agarrada al caño, mirando fijamente al barman, al DJ y a él. La gente aplaudía. Tenia que hacer algo. Sintió que con cada acorde, algo dentro suyo se aflojaba. Los ojos empezaron a humedecerse. Los de él, brillaban. Lo de ella se llenaron de agua, inmóvil y sostenida por el caño. Los de él, brillaban más aún, producto de la cerveza y el espectáculo. Podía percibir su excitación a metros....
Recordó una frase muy trillada..."show must go on...". Y así fue. Bailó sensualmente, como nunca. Los ojos llenos de lágrimas. El público no entendía nada, pero aplaudía. Un aura de tristeza y erotismo tiño las luces. Ella, en su mundo, desparramaba su fracaso y movía las caderas. Llamaba a la bonanza con su pelvis. Llena de ojos, de lenguas babeantes y manos, hizo suyo su cuerpo y bailó. Bailó.
Cuando terminó el tema y a la señal del barman, se bajó. Escapó a camarines.
La siguiente bailarina la vió entrar y arrancarse las pestañas postizas desesperadamente. Le preguntó como le había ido. Lady respondió :"... como nunca". Y no faltó a la verdad. Se vistió. Le pidió a su compañera que avise que pasaba a buscar el dinero del show la semana que viene. Ella asintió. Lady escapó por la puerta lateral del Red Bell, paró un taxi en Rivadavia y volvió a su casa.
Se tomó cuatro Cuba Libre, se dió una ducha y con el quinto, se durmió.
La veo dormir, a las 4.50 AM, con los ojos aún llenos de lágrimas, y pienso que si... defintivamente...fue el mejor show de su vida.