22.1.09

Seguro que fueron los vinos...

O la llamada de su gata en celo, que la impulsaba en el delirio a dejarse llevar por el instinto felino que habitaba dentro de ella.
Clavó uñas, se arqueó de placer. Solo piel, sudor, su pelo suelto sobre el colchón y manos que se recorrían frenéticamente. Dejó su cuerpo fluyendo con el otro cuerpo, ese peso encima de ella y las cinturas prendidas fuego. Sólo saliva,lenguas, ese mareo de ojos cerrados en movimiento, el universo en dos metros cuadrados y el ascenso demorado. Mujer. Pura Mujer. En su cabeza todavía resonaban los tangos de Otros Aires, y la lengua morada de vino seguía explorando esa otra boca, pura lengua y metal y saliva. Era solo curvas, ropa tirada al costado y el calor...el calor... la piel, las manos, desalojar los fantasmas de la cabeza y volver a lo primitivo, nada lúdico, solo primario y carnal. El monstruo de dos cabezas no dejaba de moverse. Las cabezas, pegadas en la búsqueda de la explosión. Los murmullos, los jadeos, el sabor de la otra boca dentro de su boca, las respiraciones al unísono, el arqueo final...y no pudo evitar el grito final, que resonó en su pecho hasta esta noche, en que se sienta, y piensa, y escribe : "seguro que fueron los vinos..."

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